Platos clásicos y tradiciones para la cena de noche vieja - II parte

Asado
Asado para la cena de fin de año

Continuamos con la segunda parte del especial sobre la cena de noche vieja. Lo invitamos a que lea la primera parte sobre la cena de año nuevo, como también se le conoce.

Turrones

Esa masa especial de miel, azúcar, clara de huevo, avellanas y almendras marconas conocida como turrón, es uno de los postres que no puede faltar en hogares españoles y latinos, para las celebraciones decembrinas.

Su origen es definitivamente árabe. Los árabes llevaron dicha tradición a España durante el proceso de colonización y allí se asentó, en la región de Jijona, Alicante, donde floreció a mediados del siglo XV. En los países árabes se consume hecho con sésamo molido, miel, pedacitos de frutas y pistacho.

En la actualidad existe gran variedad de turrones: a partir de los originales españoles de Agramunt, Alicante y Jijona, estos dos últimos los únicos turrones blandos, se pueden encontrar turrones de trufa, de chocolate, de yema quemada, mazapán y a la piedra.

Asado especial

En muchos países de América, este plato, en diferentes versiones, forma parte de la gastronomía navideña y de noche vieja. A las brazas, recibiendo gradualmente el calor, la carne de res, cerdo o aves, se cocina lentamente, y en las festividades, se sirve acompañada de numerosos contornos. Maderas como el roble y el mezquite, de comprobada dureza, garantizan un tiempo prolongado de cocción, a altas temperaturas.

También están los asados cocidos, que llevan varias horas de preparación, mientras se agregan salsas y vinos que realzan el sabor de la carne.

En países como Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia, Ecuador, Perú, Paraguay y Venezuela, la palabra asado incluye además del método a las brasas o cocido, las parrillas y reuniones sociales en torno a la preparación de la carne.

Por ser una comida asociada a las celebraciones y encuentros, el asado se suma a los platos clásicos de navidad, noche vieja y año nuevo.

Panettone

Infaltable en la mesa decembrina de muchos países, esta masa en forma de cúpula y rellena de frutillas, nació en Milán, de acuerdo con algunas leyendas durante el gobierno de Ludovico el Moro. Cuenta la historia que durante una gran cena para celebrar la navidad en el palacio del Duque, el cocinero principal arruinó el postre, y tuvo que apelar a un extraño pan dulce, que un ayudante de nombre Antonio, había horneado con los restos de otros platillos: masa, frutas, miel, pasas, mantequilla.

Ante el agrado de los invitados, Ludovico inquirió sobre el origen de tan inusual postre, a lo que el cocinero contestó señalando a Tony (diminutivo de Antonio) como autor, de manera que en lo sucesivo, cuando el Duque quería degustar este pan, lo pedía como el pan de Tony, lo que dio paso con el tiempo al nombre de panettone.

Esta delicia no falta en las festividades navideñas y de noche vieja en Italia y España. En Latinoamérica, los países donde el panettone es sumamente popular para estas fechas son en primer lugar Brasil, tierra que desplaza a Italia en producción y consumo, seguido de Perú, donde se come acompañado de chocolate caliente desde principios del siglo XX, cuando llegó al país traído por los italianos, al igual que en Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay y Venezuela. También es tradición regalarlo para fin de año, y por eso se ofrece en empaques especialmente decorados.

Tamales, Hallacas, o Pasteles

Con estos nombres se conoce un plato tradicional que acompaña las tradiciones decembrinas de muchos países de Centro y Suramérica, así como de la región caribeña y México. Con el olor característicos de las hojas de plátano, la masa y el relleno que varían según el país, y toda una ceremonia en torno a su preparación, este bocado de origen indígena, continúa presente en la mesa contemporánea, compartiendo honores en perfecto sincretismo con el pavo, las uvas, el asado, el panettone, y por supuesto el champagne. Así de amplio y noble es el crisol gastronómico de los pueblos de América.

Simbólicas lentejas

Estos humildes granos no forman parte de las cartas clásicas en ningún restaurante, menos para cenas de fin de año. Sin embargo, en algunos países y culturas, la tradición las incluye con un noble fin: compartir los buenos deseos de salud y prosperidad entre los comensales.

En España por ejemplo, suelen añadirse como estofado al menú de la cena de noche de fin de año, o se consumen a la mañana siguiente como primer plato del año con los mismos propósitos.

Algunas narraciones cuentan que la tradición nació en Italia, donde en tiempos remotos, se regalaba un saquito lleno de las nutritivas lentejas a los seres queridos como un mensaje de parabienes, que si correspondía con deseos sinceros de prosperidad, con el tiempo se convertirían en monedas.