Historia del refrigerador

La necesidad del hombre por conservar los alimentos durante días lo llevó a inventar el hielo artificial, ello no hubiera sido posible sin el refrigerador.

origen del refrigerador

El refrigerador es un artefacto que tiene como fin supremo la conservación de alimentos perecederos a base de bajas temperaturas.

La idea de utilizar hielo o nieve para conservar los alimentos o mantenerlos fríos, es bastante antigua; la emplearon los chinos hace más de 2.300 años para elaborar uno de los postres favoritos del emperador como era la pulpa de fruta helada, para cuya preparación los reposteros imperiales tenían siempre hielo a la mano. En el palacio imperial se almacenaba hasta mil barras de hielo que se iban desmenuzando según las necesidades del momento.

En 1550, el médico español Blas de Villafranca, residente en Roma, inventó un medio de conservar el hielo por más tiempo que lo normal, e incluso de aumentar su poder congelador. Su secreto era sencillo: añadir sal. Este ingenioso hallazgo permitió el uso de pequeños “armarios de nieve”, los modelos antiguos más conocidos de lo que hoy llamamos nevera.

En 1626 el filósofo inglés Francis Bacon moría víctima de su curiosidad, al tratar de congelar un pollo rellenándolo de hielo, provocándose una neumonía agresiva que le quitó la vida.

Hay fuentes que señalan que, en 1805, el inventor estadounidense Oliver Evans diseñó la primera máquina refrigerante. En 1815 su compatriota, el doctor John Goorie, construyó un refrigerador basado en el diseño de Evans para hacer hielo que enfriara el aire para sus pacientes de fiebre amarilla.

Pero estos intentos no eran más que paliativos de escasa eficacia. Habría que esperar hasta 1834, año en que el norteamericano Jacob Perkins fabricó por primera vez en la historia el hielo artificial. Fue un paso importante para la fabricación de los primeros refrigeradores.

El primer aparato moderno que utilizó el invento de Perkins, apareció en 1850. Era un aparato bastante voluminoso, como un armario en cuyo interior se introducía grandes bloques de hielo. Esas cámaras se aislaban con forros de tela y los alimentos se depositaban en compartimentos pequeños, puesto que el hielo junto con el material aislante, ocupaban casis todo el espacio útil. Más que refrigeradores, eran simples neveras que no diferían mucho de los “armarios de nieve” del siglo XVI.

Ya en 1879 salió al mercado el primer frigorífico doméstico de naturaleza mecánica. Lo inventó y fabricó el alemán Karl van Linde. Empleaba un circuito de amoníaco y su sistema se accionaba mediante bomba de vapor. De este artefacto se vendieron más de 12.000 unidades en 1891, un año después de que el ingeniero Seeger diera al refrigerador su forma externa definitiva.

En 1923, Balzer von Platen y Karl Munters inventaron el frigorífico eléctrico, el modelo Electrolux, cuya patente compró la firma norteamericana Kelvinator, que lo fabricó en serie en 1925. Pero este era un electrodoméstico peligroso debido al uso de gases tóxicos como el amoníaco y el ácido sulfúrico. Problema que se superó con el invento del freón en 1930. Con este último toque, el refrigerador adquiría su forma definitiva.

En 1931, Thomas Midgley descubre el clorofluorocarbono (CFC), también conocido como R-12, elemento que, por sus propiedades, fue muy empleado en máquinas de enfriamiento como equipos de aire acondicionado y refrigeradores, tanto a escala industrial como doméstica.

Pero se ha demostrado que estos compuestos son los principales causantes de la destrucción de la capa de ozono, por lo que en 1987 se decide restringir el uso de estos compuestos, así como su fabricación.