La fresa blanca de Japón
Una variedad única de fresa que, debido a su poca producción, es considerada un producto de lujo.
Una variedad única de fresa que, debido a su poca producción, es considerada un producto de lujo.
En el lejano Japón son grandes amantes de la fresa, tanto así que tienen una extensa variedad de esta fruta, destacando una que llama la atención poderosamente, nos referimos a la Hatsukoi no Kaori, una curiosa y deliciosa fresa blanca. Su nombre en japonés se traduce al español como “esencia del primer amor”, debido a los exquisitos aromas que desprende. Es una especia alba de la conocida fruta roja que se cultiva en la prefectura de Yamanashi en el centro del país asiático y en la ciudad de Karatsu.
Las Hatsukoi no Kaori fueron creadas por la firma Miyoshi Agri Tech, dedicada a la actividad agrícola. Tras años de investigación, los primeros cultivos se dieron en 2006, causando furor en el país. Según se conoce, la coloración se obtiene a través de un proceso cuidadoso que reduce su exposición al sol, lo que no le permite desarrollar el típico color rojo. El resultado es una fresa con un tono entre blanco y rosado muy claro con llamativas semillas rojas en su piel. Suele tener buen tamaño y presentar un sabor notablemente dulce, baja acidez y una textura bastante jugosa.
Algo de historia
Si bien es cierto que Miyoshi Agri Tech impulsó la cosecha de esta fruta, en realidad la fresa blanca o pineberry, como es llamada por los anglosajones que le pusieron ese nombre cuando se comercializó a Europa en 2011 al unir dos vocablos en inglés: “pine” (piña) y “berry” (fresa), es una variedad de fresa más antigua y su color pálido no se debe necesariamente a una modificación genética. Se dice que fueron importadas desde Chile a Francia en 1700. Sin embargo, las fresas blancas estaban prácticamente extinguidas hasta que en 2003 se recuperó su cultivo gracias al ingeniero holandés Hans de Jongh que recurrió a técnicas de hibridación natural.
Las pineberries nacen, como muchas otras frutas, con un color verde intenso que paulatinamente va mutando a blanco. En el momento en el que sus semillas son de color rojo oscuro, la fruta se considera ya madura. La pulpa puede variar de blanca a naranja y resulta muy aromática, además de guardar ciertas semejanzas con la piña cuando entra en contacto con el paladar
Blanca y deliciosa
Una de sus características es que tiende a ser muy cara, llegando a ser considerada un lujo. Cada unidad de esta fresa blanca puede llegara a tener un costo de 10 dólares aproximadamente. Con el status que ostentan, se han convertido en una opción de regalo elegante para bodas y cumpleaños. Su precio elevado se debe a que su producción es bastante escasa. Solo se dan durante una temporada específica del año, entre diciembre y abril, y lo cierto es que muy pocas fresas logran el tono blanquecino esperado por los agricultores. Además de ello, es muy difícil encontrarlas en cualquier tipo de establecimiento.
Otra de sus características es que son tan buenas para la salud como sus contrapartes rojas. Las Hatsukori no Kaori son una excelente fuente de vitaminas como la A, C y E, además de aportar minerales como calcio, magnesio, zinc y hierro.
Su cultivo se centra sobre todo en la ciudad japonesa de Karatsu, conocida por ser históricamente un puerto comercial entre Corea y Japón. Karatsu dedica su tiempo y jornada laboral a estas fresas blancas, tal y como cuenta Yasuhito Teshima, principal responsable de estas plantaciones que requieren de atención constante, cuidado diario y un buen proceso de crecimiento, pues su color blanco es el elemento predominante de esta fruta.