Consejos para conservar el pan

Para conservar el pan fresco es necesario tener en cuenta la humedad del ambiente y el grosor de su corteza.

Conservar el pan

El pan es un alimento que se encuentra en la dieta diaria de muchas personas, por su poder camaleónico de combinarse con una infinidad de comidas y en miles de presentaciones. Sin embargo, su período comestible no suele ser muy largo, y tiende a endurecerse o a dañarse en la alacena luego de un par de días. Es por ello que si se quiere conservar el pan por un tiempo más prolongado es necesario seguir una serie de consejos que se presentan a continuación.

El factor más importante que se debe tener en cuenta para mantener este alimento es la humedad del lugar donde se está conservando. Por otro lado, el envoltorio puede variar, entre bolsas de tela, de plástico o de papel y esto puede ser influyente para su calidad de conservación.

Ahora bien, mantener el pan dentro de la nevera es una elección terrible, sin importar su tipo, porque aunque puede que lo conserve por más tiempo, su textura, sabor y consistencia se degradarán por la resequedad. Sin embargo, si se corta en rebanadas y se guarda en una bolsa hermética, puede que el impacto sea menos considerable.

Cerrar muy bien

El único tipo de pan que puede durar mucho más tiempo sin dañarse en la nevera es el pan de molde. Pues este suele venir empaquetado, el secreto está en saberlo cerrar muy bien después de tomar las rebanadas a utilizar diariamente, entendiendo que si se deja abierto torna a secarse fácilmente y tomar una textura tiesa.

Por otro lado, si se trata de un pan artesanal lo más recomendable es mantenerlo sobre una superficie seca, como una tabla de madera, y taparlo con un paño de cocina. Porque si se mantiene a una temperatura más natural, su vida útil será más duradera.

Además, el tiempo de conservación de cada pan dependerá de su corteza, mientras sea más gruesa, la masa estará más protegida de la descomposición. Por tal motivo, la preservación de cada uno dependerá del cuidado que se le otorgue. Por ejemplo, los de superficie blanda deben almacenarse en empaques de papel preferiblemente, y los más gruesos pueden simplemente envolverse en tela.

Si en la tarea de hacer perdurar su textura no se logró el éxito esperado, existen otras vías para hacerlo comestible sin tener que recurrir a desecharlo y perder el dinero y tiempo invertido. Primero, hay que humedecer sutilmente la corteza, con un poco de agua potable, para luego hornearlo a 70° C por 10 minutos aproximadamente. Para finalizar solo se debe cortar en rebanadas y tostar al gusto.

También sirve cortarlo en trozos pequeños, hacer una mezcla con mantequilla y trozos de ajo, untarla en los panes y meterlos al horno a 80° C por 15 minutos. El secreto en esta técnica es dejar las rebanadas embadurnadas con la mezcla, para así asegurar que al salir del horno estén suaves y listos para comer.