Animales silvestres en el menú

Los especialistas consideran que controlar el comercio y consumo de animales silvestres en el mundo es casi imposible.

Animales salvajes en el menu

Los animales silvestres y algunos no tanto, están relacionados a una serie de enfermedades que han afectado profundamente a los seres humanos: los murciélagos al ébola; las civetas al SARS, los perros a la rabia; los monos al sida y las gallinas a la gripe aviar. Estos son algunos de los animales que han estado en el foco de atención cada vez que han estallado brotes de alguna enfermedad. El último acusado fue el pangolín, sospechoso ya descartado de haber actuado como transmisor del coronavirus a los humanos.

Santiago Mas-Coma, catedrático de parasitología y presidente de la Federación Mundial de Medicina Tropical, apunta:

“Siempre se pone el foco en los mercados con animales vivos. Sucedió ya con la gripe aviar, cuando se investigó el origen en unos pollos que habían adquirido el virus con restos fecales de los animales que tenían en la jaula de encima”.

A raíz de la crisis del coronavirus, China ha prohibido el consumo de animales salvajes de forma temporal. Los expertos dudan de la eficacia de la medida, la que ya se tomó en crisis anteriores.

El control de consumo y comercio es tremendamente difícil por tres motivos: la falta de estadísticas porque no queda registro, poblaciones enormes y con tradiciones muy arraigadas y la escasez de medios para aplicar la ley. Por estas razones, la posibilidad de ver nuevas enfermedades transmitidas por animales a humanos en el futuro es muy real.

Los mercados callejeros en los que se mezclan muchos ejemplares en dudosas condiciones de salubridad despiertan los recelos cuando se habla de nuevas enfermedades zoonóticas (las contagiadas de animales a humanos).

Rikkert Reijnen, del Fondo Internacional para el Bienestar Animal, organización presente en 40 países, sostiene:

“Coges a especies salvajes, las pones bajo una situación de estrés y las mezclas con otras. Este es el hábitat perfecto para los virus, que son inteligentísimos”.

En zonas rurales de África y Asia aun hay muchos sitios en los que comen carne y cerebro de perro sin cocinar o donde puede encontrarse a un niño con una mordedura que no ha sido revisada por un médico. El riesgo no solo está en el consumo de estos animales, sino también en el comercio. La ONU calcula que el tráfico de especies protegidas mueve cada año entre 8.000 y 10.000 millones de dólares.

Carne de perro

Martha Pedraja es veterinaria e investigadora española. Esta especialista ha estudiado con detalle el comercio y tráfico ilegal de carne de perro, lo que le ha servido para entender el mercado informal en el que surgen muchas de las enfermedades que se transmiten a los humanos.

“Cuanto más grande es el país y más arraigadas las costumbres, más difícil es conseguir un cambio. Mira la rabia. Parece mentira que no hayamos podido erradicar una enfermedad que lleva con nosotros miles de años”.

Algunas comunidades en Nigeria creen que la carne canina es muy deliciosa y que, además, los defiende contra la hechicería.

Berhe Tekola, director de Producción y Sanidad Animal de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) opina:

“Cuando hablamos de consumo de carne salvaje simplemente no hay datos. Los países no aportan esta información porque normalmente pertenece al mercado informal. Y la falta de certezas lleva al pánico”.

El consumo de productos silvestres existe, aunque sea casi imposible cuantificarlo. La rapidez a la hora de compartir los datos en un contexto global y aplicar medidas que frenen la expansión serán la clave. Así lo piensa la veterinaria Pedraja:

“No creo que las medidas tomadas de forma brusca en un momento de crisis supongan un gran cambio, pero opino que el enfoque común nos hace más fuertes. Ahora hay muchos veterinarios trabajando por y para la medicina humana”.